
Cédula del Retablo 5

Cédula del Retablo 6

Cédula del Retablo 7

Cédula del Retablo 8
TRANSCRIPCION DE CADA TEXTO Retablo 1:
(Que trata de como ingresó al convento franciscano, con inicial resistencia de sus posibles futuros hermanos. Y cuando ingresa, lo envían a la población de Tecali).
Sexagenario el hábito tomaste
pero joven te hiciste el servicio
pues con tanto fervor a Él te entregaste
como si fueras viejo en ser novicio,
Como el águila pues te remontaste
Remontando tu vuelo, Oh Aparicio!
Al sol divino, y en la penitencia
Recobraste vigor y resistencia.
La comunidad duda con prudencia
darte la profesión por tu edad larga
sin ver que la Divina Providencia
de la regla ha confiado en ti la carga,
pero de tus virtudes la evidencia
hace dulce lo que antes les amarga,
y los votos te dan todos contentos
porque profeses para sus aumentos.
Te visita tu Padre y con agrado
la profesión te afianza conseguida,
que tú, viendo que dártela han dudado
ya tu esperanza dabas por perdida,
más con esta noticia asegurado
de otro Novicio impides la salida,
y ambos gozosos logran sus anhelos
pues Francisco quitó sus desconsuelos.
Profesaste Aparicio (que gustoso!)
con los votos de todos (que cabales!)
Mostrando en la ocasión (que santo gozo!)
porque dejas del mundo (cuantos males!)
para ser más feliz (que generoso!)
renunciaste del siglo (que caudales!)
y fuego que profesas (que paciencia!)
a Tecali te mandan (que obediencia!)
(Después de leer el retablo 1, parece conveniente leer el 4, pues ahí continúa la historia)
Retablo 2:
Por huir de las sirenas la dulzura
alabado fue Ulises de prudente,
Sebastián de baldones la amargura
sufrió modesto y toleró paciente,
por el triunfo, allí violencia, allí ventura
pues dócil hizo al a marina gente
que acallar lenguas de ponzoña llenas
es más victoria, que vencer sirenas.
¿A Daniel se rindieron humillados
y respetaron los hambrientos leones?
¡Ay! Aparicio, también domesticados
los Chichimecas dan adoraciones
¡Prodigioso, grandes! pero bien mirados,
al segundo se van las atenciones
Daniel amando fieras, y a mi juicio,
A más que fieras domelló Aparicio.
No León Nemeo de Alcides la entereza
hoy combate con guerra formidable
De Aparicio la heróica fortaleza
es la que luce aquí más admirable.
Del infierno la indómita fiereza
en dos leones se juzga incontrastable,
pero Aparicio con la Cruz Sagrada
toda su furia le dejó burlada.
Discipulo de Cristo generoso
padece, sufre aguanta que el tormento,
de enemigo tan cruel, y tan rabioso
más aplaudido hará tu vencimiento.
Consiguió Cristo el triunfo más honroso
por medio del mayor abatimiento
y si oscuro tizón hoy te atropello
con el tiempo serás del cielo estrella.
La juvenil edad siempre traviesa
con inocentes burlas se entretiene,
un feretro a Aparicio le adereza
del funeral, por burla, le previene
obedece Aparicio con presteza
juzga cierto su entierro y se conviene
sin temer del sepulcro lo espantable
¡Oh sencillez mil veces admirable!"
Retablo 3
Si ha conseguido el príncipe glorioso
Sacra cabeza del aposotolado
caminar sobre el mar, tambien dudoso
De Apaircio la Fe a tan caudaloso
soberbio rio le supo encontrar vado
pasando libres por sus dos orillas
conductor, carro, bueyes y semillas.
¡Cielos! que lucha es ésta tan sangrenta,
Airado un toro a Sebastián embiste
y su rabia furores acrecienta,
cuando el noble campeón más le resiste
la fiera exhala el fuego con que alienta,
más luego el cielo a Sebastián asiste
que para vencer furias infernales
tuvo Aparicio, fuerzas celestiales.
Que a unos niños el fuego respetara
que encendió un cruel tirano, no me espanto,
¡Más que Aparicio virgen se quedara
hasta en el matrimonio! Yo me encanto,
si con lenguas angélicas hablara
no pudiera explicar milagro tanto,
mas si para explicarlo no hay razones,
vénganlo a venerar los corazones.
Ya estaba Sebastián casi sin vida
aun siendo niño, de un contagio fuerte,
cuando una loba entró y compadecida
lo quitó de las garras de la muerte,
le abre el tumor, lo chupa condolida,
y amorosa lo lame de tal suerte,
que al portentoso empeño de una fiera
su ya perdido aliento recupera.
Con dos triunfos estaba coronada
de Sebastián la virginal pureza,
cuando tercera vez se vio asaltada,
de una mujer desnuda, ¡que torpeza!
la camisa la arroja, aventajada
dejando de José la fortaleza
y siendo entonces tan feliz victoria
de ella escarmiento, de Aparicio gloria.
Retablo 4:
De allí, después a Puebla eres mandado,
con sentimiento de los religosos
de quien fuiste Aparicio muy amado
por tus hechos tan nobles y virtuosos
llegaste a la Puebla, y con agrado
todos te recibieron amorosos
porque de tus virtudes, ya la fama
por toda la comarca se derrama.
Ya en el giro tus carros tan gustosos
caminas Aparicio con anhelo
de ser a tu convento provechoso
que tu andar no parece, ¡sino vuelo!
Ligero haces del buey lo perezoso
con el rápido curso de tu celo,
y no solo él, sino las otras fieras
te captan obediencia placenteras.
¿Como es eso Aparicio? ¡Que cargado
así camine el carro sin el eje!
Más que me admire, ¡si tu Padre amado
como a su hijo querido te proteje!
Francisco es, quien la rueda ha sustentado
para que en el camino no te deje,
que como a la obediencia estás rendido
te la premia tu Padre agradecido.
Solo, trsite, en el campo y con desvelo
te hallabas una noche pensativo,
ajeno de tener allí consuelo,
que a tus penas les fuera lemitivo.
Más como mira Dios tu fiel anhelo,
le hace tener el gozo más activo,
oyendo dulces trinos celestiales
que suavicen lo amargo de tus males.
Retablo 5:
Después de comulgar, tan fervoroso
a orar te pones, que en el rapto abstraido
a la Reina del cielo ves, gozoso
que de él por una escala ha descendido:
se interpone a tu vista un religioso
y le dices con celo enardecido:
¿que si no ve a la Reina? O impaciente
El replica: Aparicio ¿estás demente?
Solicitando un buey, dos días perdido,
te intrincaste Aparicio en la espesura,
en ellos cosa alguna habías comido
que templara del hambre la amargura:
Pero dos paraninfos han venido
tomando de los indios la figura
con dos huevos y un pan, que con franqueza
sustenten de tu cuerpo la flaqueza.
Recolectando para tu Convento
limosnas en el campo fervoroso
a otros pobres ministras el sustento,
porque en la caridad hallas tu gozo:
si te falta que dar, con ardimento
al cielo clama tu ánimo piadoso,
y bajan de él los ángeles con panes,
que premien tus católicos afanes.
Al camino un compadre que contaba
muchos años de muerto, te aparece:
y con el traje que en el mundo andaba
te hace advertir las penas que padece:
porque su esposa de cumplir no acaba,
su testimonio (dice) su mal crece,
y haciendo tú el negocio presuroso
cuando vuelves a verlo, es ya glorioso.
Retablo 6:
Del Redentor la caridad ardiente,
que rompió las cadenas del pecado
después de muerto una perpetua fuente,
de su sangre nos abre en su costado:
Aparicio en virtudes eminente,
siempre de Cristo fue vivo traslado,
sangre después de muerto dá su herida,
con que a muchos les dio salud y vida.
Esa que miras Azucena hermosa
de tan dichoso feretro ornamento,
producto es de la boca milagrosa
de Sebastián y fruto de su aliento.
El vaso, en que apagó su sed ansiosa,
ésta mujer arroja, y al momento
la azucena brotó, que hoy a Aparico
con tierno amor la ofrece en sacrificio.
¡Oh Sebastián de todos admirado!
Cuando a ese muerto niño resucitas
¡Diré que Elías su poder te ha dado
con que a esa triste casa felicitas?
Más no, que el mismo Cristo te ha endonado
la virtud, que benigno aquí ejercitas,
y hasta el cielo te admira soberano
todo el poder de Dios viendo en tu mano.
No está muerto Aparicio aunque aquí yace,
solo dejó la vida transitoria,
y si se rompe el natural enlace
es por vivir allá con Dios en la Gloria.
Su caridad la muerte no deshace
antes la aumenta tan feliz victoria,
y en su cuerpo dejó sacra piscina
donde todos encuentran medicina.
Al pie de un árbol ensombrecido
ser como Dios el hombre prevenía,
pero, siendo de Dios aborrecido
perdió todas las honras que tenía.
Sebastián de humildad apercibido
al pie de este árbol donde a orar venía,
se transformaba en Dios cada momento
y Dois en Sebastián tenía su asiento.
Del Espíritu Santo hoy asistido,
con Pío favor, el papa soberano
declara a Sebastián engrandecido
y que es del cielo ilustre ciudadano.
Esa hermosa diadema le ha ofrecido
y se la pone con su propia mano,
porque así honra la iglesia militante
al que reina con Cristo en la triunfante.
Retablo 7:
¿Qué es esto? superior inteligencia
viene a sacar el carro sumergido
en ese cieno? ¿Qué, tal asistencia
un religioso humilde ha mercido?
Tal es la purez,a la excelencia
Aparicio como ángel ha vivido
Por eso estos espíritus gloriosos
vienen a darle ayuda presurosos.
En blanca hermosa nube el sol brillante
forma un parélio, que otro sol parece,
y Aparicio de Diego tan amante
como parélio de éste resplancede,
por eso Diego, con amor constante
a su igual tan benigno favorece,
siendo visible el fuego esclarecido
con que uno al otro siempre estuvo unido.
Despide el cielo, en lluvias desatado.
nuevo diluvio que a este monte anega,
solo en la inundación se ha librado
el cuerpo de Aparicio a quien no llega.
Y si la Arca de Noé libre ha pasado
por tantos Golfos sobre que navega,
Más a Aparicio obsequian sus raudales
cuando óvalo le forman de cristales.
Si nunca ojos carnales consiguieron
ver el gozo indecible de la Gloria,
¿Qué ojos tendría Aparicio, pues pudieron
rastrear de esa Alina su feliz victoria?
Y aunque en el mismo instante pretendieron
que a los demás también fuera notoria,
ninguno consiguió tal beneficio.
Tanto a los otros excedió Aparicio.
Si de Sansón a la invenvible diestra
se humilló hasta la fiera más rabiosa,
ya de Aparicio la virtud se muestra
más feliz, más ilustre y portentosa.
Toro feroz, que osado en la palestra,
todo lo despedaza, a la imperiosa
voz de Aparicio le rindió obediente,
la media luna de su altiva frente.
Retablo 8:
Te vé un devoto tuyo, caminando
una noche, que orando en el camino
sobre un colado de ibas elevando
enardecido en el amor Divino:
de la tierra te vas a así alejando,
porque en ella te adviertes peregrino
y como el cielo solo es tu consuelo,
en alas del amor vuelas al cielo.
Tanto imperio en los brutos, Dios de te ha dado,
en premio de tu candida inocencia
que en ocasión que un buey te había faltado
para uncirlo en el carro (¡Oh Providencia!)
Una vaca divisas que a su lado
tiene a su hijo lactado y con violencia
la pones al trabajo, y al becerro
le intimas que la espere allí en el cerro.
No solo esa mujer que temerosa
de su parto la cuerda te ha pedido,
y tú la has dado en caridad graciosa,
tan grande beneficio ha conseguido,
sino otras más, que con piedad ansiosa
para salir con bien se la han ceñido,
pues por ser una la virtud le has dado,
y a luz con bien los lujos ha sacado.
En caridad del próximo inflamada,
tu alma vive Aparicio, con tal sed
que a esa viuda que ves necesitada
con dos hijas doncellas sin consuelo,
al instante la dejas remediada
dandoles el sustento pues tu anhelo
ha sido siempre rematar desdichas,
acaudalando en tu alma tantas dochas.
(Martín Borboa Gómez)