LIBRO "FRAY SEBASTIAN DE APARICIO. PRIMER CAMINERO MEXICANO"

 El libro "Fray Sebastián de Aparicio. Primer caminero mexicano", es el Número 70 de la colección "Figuras y episodios de la historia de México", publicado por la Editorial Jus en 1959, en la ciudad de México. Consta de 211 páginas.

El autor de este libro es Conrado Espinosa.

Las ideas principales o las que no se destaquen en otras publicaciones, serán citadas aquí para poner a disposición del público lector ese tesoro, ya que lamentablemente dicha editorial no opera más, y este es uno de los temas que no se han retomado en publicaciones modernas.

El tema de la vida y obra del Beato merece, en mi opinión, la mayor difusión posible.

A continauición, algunos extractos del libro, que considero sirven para redondear y profundizar en la vida y obra del Beato:


NACIMIENTO, ORIGEN

Pág. 28:

"El 20 de enero de 1502, los vecino de Gudiña..." vieron "el nacimiento de un varón en la casa de Juan de Aparicio y Teresa de Prado, por muchoa años deseado, venía por fin a colmar los anhelos del matrimonio".

"Juan y Teresa tenían dos hijas"

"Juan labraba la tierra, cuidaba las pocas reses que completaban su hacienda, y las hijas, con la madre, se entendían de las faenas de la casa, del cuidado de pavipollos y cerdos y, por ratos, del pastoreo de un pequeño rebaño".

Pág. 29:

"Los chorizos y los quesos que se hacían en casa de Teresa, tenían fama por el sabor..."

"Gudiña apenas si contaba por docenas sus casas y por cientos su vecindario" (es decir, pobladores).

"Gudiña pertenece a Orense y Orense es la provincia meridional de Galicia. Los hombres han rayado su división comn Portugal, pero ni el Río Miño, ni los montes, nilas llandas se preocupan de esto...".

Cabe aclarar que el Río Miño es el río más largo y más caudaloso de Galicia. Baña esa parte de España y parte de Portugal. (En portugués se llama Río Minho).

"Y el Miño, ya se dijo, es tan galaico como portugués".

"Nacía Sebastián de Aparicio diez años después de la toma de Granada. Había apenas corrido la primera década de la España rehecha".


PUEBLA

Pág 19:

"En 1531, el mismo fray Toribio de Benavente, había trazado las Puebla de los Ángeles. Una traza simétrica, acogedora, fácil para el ir y venir por sus vías, siempre con franja de sol y cobijo de sombra durante el día y todas ellas con un palio sin pliegues, estrellado, durante la noche".

"Llegaban de Castilla semillas y semillas, sementales y hembras de ganado nunca antes imaginados y todo se acondicionaba a la tierra y se multiplicaba..."

"Los artesanos apenas si se daban el necesario descanso, siempre tenían encima nuevos encargos, sus aprendices lograban rápida maestría y surgían talleres que no eran competenencia, eran ayuda esperada para poder con la tarea.

Alfareros, tejedores, carpinteros, hortelanos...

Ya en el 1534, los primeros escasos centenares de la Puebla, alcanzaban algunos millares".

Pág. 20:

"Viniendo de la Veracruz, camino de México, llegaban a la Puebla, intermitentemente, según el arribo de las naves al puerto, gente de toda laya".

Pág. 21:

"En la Puebla permanecían los que buscaban un vivir seguro con el ejercicio de un trabajo cierto. Llegaban algunos, muy pocos, de México, en busca del logro con sosegado esfuerzo de que ya tenía fama la nueva Villa. El asentamiento del Obispado daba mayor impulso a la fábrica de la ciudad...

En aquel remanso... encontró nuestro hombre Sebastián de Aparicio lo que su naturaleza le pedía: trabajo, rutina de creación callada y segura, paz de convivencia, oportunidad de servicio.

Y por el 1534, ya acariciaban sus ojos una buena sementera de trigo... su acomodo fue fácil. La tierra y los hombres pedían en aquel valle trabajo, hombría para la tarea sostenida y paciente, ambición contenida y voluntad abierta. Sebastián traía sus carnes y su alma como tejidas de esos materiales...

Sanlúcar en cuyos muelles pisó por última vez el suelo español... el año anterior apenas, el 1533, lo había dejado para hacer su experiencia de navegante... contaba con treinta y un años de vida".

Pág. 22:

"Después de arribar a Veracruz, "fue tierra adentro, hasta encontrar en la naciente Puebla el buscado acomodo para ejercitar su querer, y vivir en paz con Dios y con los hombres".

Pág. 23:

"Según asientan quienes sobre de él dan o tienen noticia, dejó Sanlúcar de Berrameda sin traer consigo dineros ni recomendaciones. Solamente su persona.

Posiblemente haya acarreado algunos ahorros, pero en todo caso, ningún capital le hubiese servido tanto como el muy propio que poseía de su naturaleza física, adiestrada en todo ejercicio del músculo, de su mente abierta a todo conocimiento necesario y de su corazón dispuesto siempre bien para los corazones prójimos, siempre bondadoso para las vidas mínimas.

Así sus yerbezuelas y sus animales, recibían trato oportuno y necesario para su mejor esplendor, los hombre su ssolidaridad permanente para su mejor vivir".

 El trabajo de: "Sebastián quedaba confundido entre todos los bienen entregados a los hombres".

(NOTA: La frase se refiere a su trabajo como esfuerzo, como volutnad y energía intangible que hay detrás de cada fruto obtenido, cada camino trazado, cada carreta construida, cada comida entregada, cada dinero obsequiado, cada vida aligerada, cada ayuda brindada, etc). 

Pág. 24:

"Seguramente que nada tuvo de agricultor rutinario. Trigo, cebada, habas, calabazas, legumbres, frutales y hasta plantas de ornato, deben haber recibido de él, buen pasaporte para aclimataciones y proliferación. Naturalmente que no desdeñó jamás las plantas de la tierra. Pronto ha de haber hecho buenas migas con el capuilín y el tojocote. Su perfecta sobriedad, no le ha de haber impedido gustar del pulque, fraternaslísimo de los indios, con ellos sin duda tuvo muchos compartimientos amistosos del yantar indígena. También tuvo siembras de maíz y supo hacerlo con sapiencia...

Su amor a la naturaleza y su caridad para los hombres, lo" (hicieron) "conocer y buscar propagar aquellas yerbas silvestres o cultivadas, que los indios tenían en gran estima para sus medicamentos.

Campesino de alma, por nacencia, de las plantas se extendía a los animales, su cuidado, y también en Puebla poseyó caballos y rebaño vacuno y ovejas y mulos y algunos borricos y animales menores."

"Nunca aparece en necesidad de pedir, nnca rehuye, y antes busca, la ocasión de dar."

"Es... una mano gozosa en crear para poder gozarse en dar".

Pág. 25:

"Deja Puebla para correr su gran aventura de civilizador, en ella hace ganancias para hacienda en grande, hacienda que gasta, como su juventud, en el bien ajeno... ya senecto, regresa a la "santa obediencia" lleno de contentamiento, con el triunfo magnífico sobre sí mismo, para ir, perdido, por calles y por plazas, por campiñas y arcabucos, pidiendo por amor de Dios, para dar, para dar...".

Pág. 27: Una frase curiosa que lo retrata muy bien, de joven y de anciano...

"Llegó a Puebla, volvió a Puebla, como un don Nadie".

"El don Nadie del 1534 de la Puebla de los Ángeles, es el único poblano, sin ser artista, ni sabio, ni conquistador, ni Prelado, que en 1598 vio depositar sus restos carnales en magnífica urna de plata, cristales y oro, en el testero de amplia y reverenciada capilla."

En una frase, el texto parece resumir la idea de vida del Beato Sebastián:

"...haciendo destreza en cuidar y multiplicar, para dar..."


MUJERES

Pág. 100:

"Reiteramos que Sebastían, a los cuarenta años, tuvo que ser un sujeto de juvenirl virilidad... su carne, los bríos del sexo, aunque muy bien empleados en sus fatigas campiranas y amansador y jinete, en sus andanzas de carretero y roturador de caminos, de seguro que latían con vigor en sus descansos por ventas y posadas...".

"Más de una moza del partido, de aquellas precursoras de las que iban a mantener más tarde en bulla estrepitosa el callejón de Las Golosas, debe de haber cercado a Sebastián con arrumacos y solicitaciones, más de una martirones del camino debe haber equivocado el rumbo y en vez de ir a dar a las enjalmas de los arrieros, ir a caer en las mantas de las carretas, hasta quizá alguna linajuda señora de cascos en devaneo, se prometería un rato de dulce solaz con el asoleado varón, membrudo y arisco..."

"Décadas más tarde, no hace un matrimonio, sino dos...".

Pág. 101:

"De seguro las damiselas que se atravesaron en su camino, no quedaro pisoteadas por el varón, de seguro supo evitar la mancilla sin acrecentar sus desvíos".


INFLUENCIA DE SANTO SANTIAGO, Y EL CAMINO DE COMPOSTELA

Tomando en cuenta que Sebastián era de Orense, sitio cercano a Compostela, y sitoi de paso para varias perregrinaciones, habrá visto infinidad de romerías y grupos, caminantes y carretas DE TODO TIPO, pues la gente iba desde diferentes zonas de España a celebrar al Santo de Compostela.

Innumerables variedades y modelos de carretas y adaptaciones que habrán pasado ante sus ojos. Ruedas, ejes, ganchos, plataformas, asientos, mecanismos, ajustes que la gente habrá hecho para su vehículo. Todo eso lo vio ante sí Sebastián.

Pues no fue el único español que vino para acá, pero destaca por encima de todos como el más interesado en adaptar la rueda y las carretas para el transporte de largo alcance en la Nueva España.


Pág. 101:

"Su Santo patrono, el Sebastián lanceteado dando fe pura de Cristo, el batallador de Compostela, centro fervoroso de Galicia y de toda España, sobre todo su ahincada devoción a María y al Redentor, con el ejemplo constante y vivo de los pobrecitos de Asís, que iban por todo el rumbo sembrando el bien, afirmaban su personal rectuitud".


INFLUENCIA DE LOS FRANCISCANOS EN SU PROYECTO DE BENEFICIO AL PROJIMO

Pág. 103:

"La afición a los frailes franciscanos, posiblemente la traía desde España, pero ante (los hechos, logros y obras concretas de) Motolinia (fundador de Puebla), ante el prodigio de los Doce (frailes franciscanos, que como apóstoles vinieron a predicar) que con sus propios ojos pudo ver ensu camino de México a Veracruz, ante los conventos de Huejotzingo, San Martín, Tlaxcala, Cholula, que fueorn alzándose frente a sus mismos pasos, en esas fábricas donde los indígenas se aglutinaban con los alarifes hispanos, los pintores y los orfebres... ahí donde Fray Antonio Roldán dejaba los esplendores renacentistas que sin duda por vez primera lucieran en el continente y ahí en esos conventos, donde toda la fastuosidad material se levanta en loa del Cristo y todo el afán de los frailes se vertía en bvien del indio".


DE APARICIO ES NUESTRO, Y ES POBLANO

Pág. 105:

Sobre Sebastián de Aparicio

"No podemos evocar su memoria jamás como lde un extraño. El enorme Humboldt, que tanto bien nos hizo, que nos dio cátedra para nuestro propio avaloramiento, sobre lo nuestro, será siempre un gran extranjero, entrañablemente admirado y cordialmente querido por cada cerebro y cada corazón nuestro que lo vaya entendiendo. Pero será un gigante extraño que llegó, nos enseñó y se fue.

Como él, muchos, una magnífica pléyade de Virreyes y prelados desde luego. Pero Sebastián de Aparicio no es entidad exótica. Su connaturalización es absoluta. Galicia lo dió, él se dió a México y México lo ha ido hundiendo en su propia alma, a la que muyy germosas chispas dejara el fraile, para levantarlo, el primero, hastaa gloria del altar..."

"Queremos ser simplemente fieles a su tarea y su tarea lo consagra y lo define como uno de nuestros fundadores".

Pág. 63:

"La índole de Sebastián de Aparicio... su naturaleza activa y fuerte, emprendedora de toda tarea pacífica..."

"Por eso cuando se habla de sus faenas campiranas, de su doma de animales, hay que ir con certeza a mayores alcances. Sebastián no solamente mejoró y enseñó cultivos nuevos, no solamnete hizo diestros en el manejo de las bestias, no queda de seguro - solamente- como padre de la carreta y del camino, que ya es más que bastante, hay que admitir que también sentó cátedra de vaquería".

Pág. 64:

"La Puebla de los Ángeles era plaza abierta para todos.

Por eso, tenemos a Sebastián de Aparicio com oel fundador de nuestra charreriá castiza, la campirana".

"Por de pronto, aquí dejamos a Senastián de Aparicio, como el acondicionador del carro europeo, es decir, el inventor de la carreta nuestra... como el primer organizador de la ganadería, como el primer constructor de caminos, como el primer charro".

Sebastián de Aparicio: "es poblano, es desde luego mexicano, nos pertenece a todos... su siembra fue hálito de nuestra atmósfera nacional... Lo reconocemos poblano porque fue en el seno de esa ciudad, cuando nacía (Puebla se fundó en 1531), donde nos nació él como compatriota y como impulsor. 

Pero hay otra razón capitalísima:

Cuando juzgó terminada su tarea entre los hombres para el bien terrestre de los hombres, volvió a recogerese a la Puebla de los Ángeles, magníficamente saldadas todas sus cuentas mundanas, para esperar la visita de la muerte y la llamada de NUestro Señor Jesucristo.

Es poblano por su propio e irrefutable testimonio".


PASO DE CARRETERO A HACENDADO

Pág. 105:

"Logrado ya hasta serle fácil el tráfico de México a Veracruz, organizado su negocio, posiblemente pasó a otro su explotación, quizá lo dejó en manos de algunos de sus fieles compañeros.

El se dedicó a la nueva etapa".

Pág. 109:

"Y llegó un día en que, dejadas las carretas en un corralón, menos una, las yuntas correspondientes al cuidado de dos mozalbetes del gremio de Sebastián, éste, con el resto de sus peones, la emprendiera muy a la madrugada camino de Azcapotzalco..."


NADA CASUAL SU INSTALACION EN AZCAPOTZALCO Y TLANEPANTLA, Y SU QUERENICA POR TACUBA

Entendiendo que el centro medular de la Nueva España, era la ciudad de México, es sencillo seguir este razonamiento:

Todo debe ir a dar a la ciudad, o también de ahí parte todo.

La minería, la producción agricola, etc, debía reportarse, o convenía venderse, en ese mercado. 

El camino de la ciudad hacia Querétaro, y luego hacía Zacatecas, salía por la calzada de Tlacopan, o Tacuba.

Es decir, PRIMER TRAMO: Ciudad de México - Tacuba.

De ahí, ese camino seguía hacía ya desde la época del exito tepaneca, hacía Azcapotzalco, avenida que aun existe y lleva el nombre de Avenida Azcapotzalco.

SEGUNDO TRAMO: Tacuba - Azcapotzalco.

Hoy en día subsiste al lado del parque del Zatate, o Zacatito (por su reducida dimensión), la calle llamada "Tlanepantla", que sirve para ir, desde el actual centro social y cultural de Azcapotzalco, el Jardín Hidalgo, vía Aquiles Serdán, hasta el centro mismo de Tlanepatla, en una ruta amplia, matoritariamente recta.

TERCER TRAMO: Azcapotzalco - TLanepantla.

Si ya desde entonces el constructor de caminos y carretas por excelencia de la época inicial de la Nueva España, se ocupó de hacer el trazo desde la ciudad hasta Veracruz, y de la ciudad hasta Zacatecas...

¿Cómo ni iba a desear instalarse en un punto próximo a esos camino?

Sabedor de todo el comercio que transitaba ya por esas rutas, ¿no desearía seguír ligado aunque sea a modo de vecino, con esas vías?

Admirador de las construcciones materiales y espirituales de los frailes franciscanos, testigo de la gran obra del fransicano Fray Toribio de Benavente, fundador de Puebla, y testigo visual de la construcción del Templo y convento de San Francisco en la ciudad de México (en la actual calle de Madero), la más grande obra monástica de la Nueva España, iniciada en 1525.

¿No habrá querido estar cerca de semejante monumento, que bien se encuentra a quien llegaba en ese tiempo por la calzada de Méxcio a Tacuba?

Pág. 109: hablando de Sebastián, sus mozos, y sus férreos camineros en la carreta.

"Por algunos días, se hizo casi rutina la marcha de aquel cortejo. Venía de los corrales levantados por San Antonio Abad, seguí apor el convento mayor de San Francisco, se santiguaban los viajeros frente la a hermosa portada que iba en avance (de su construcción), seguían por la calzada de Tlacopan y por ella se perdían..."

"Sebastián trabajaba en los mismos suburbios de la ciudad. Ya descombraba la vieja calzada que había quedado más o menos abandonada desde los días de la afiebrada reconstucción  (se refiere a la ordenada por Cortés para levantar nuevamente la ciudad después de la derrota mexica en 1521).; acondicionaba los puentes para le buien paso de su tren, iba enlazando los poblados que marcara en sus mapas para la salida del Valle".

Justamente, Sebastián se fue a instalar en una de las salidas del Valle: la región de Azcapotzalco y Tlanepantla.

La cronología que hay en la capilla con su cuerpo, indica que tuvo una hacienda en Azcapotzalco y otra en Tlalnepantla, (1552 y 1572 respectivamente). Se ve que durante veinte años tuvo la de Azcapotzalco, y solo hasta 1572 la de Tlanepantla.

Pero luego, en ese año de 1572 ya se retiró a servir a las Religiosas Clarisas de la segunda Orden de San Francisco, según la misma cronología.

Así que su tiempo y época de hacendado, la desarolla mucho más en Azcapotzalco que en Tlanepantla.

Pág. 151:

"En esa paz de campiña, se desperezaba el Valle entero allá por los tiempo en que Sebastián de Aparicio regresara a las faenas de la tierra y los corrales.

Con sus peones mejores, fue a instalarse ocupando una finca (se refiere a la hacienda de Careaga) que el propietario anterior principiara a levantar y que él (Sebastián) terminó, acondicionandola para emprender en grande, lo que en la Puebla hiciera en proporciones modestas.

Sebastián era hacendado.

No anduvo en busca de inidios de encomienda, no pretendió granjería alguna.

Volvió a la tierra, después de casi veinte años de haber dejado los surcos para marcar las paralelas de los caminos...(hacer caminos)"

"Volvió a la tierra, por amor a la brega permanente sobre almácigas y regaderos, sobre trasplantes, barbechos, siempras, escardas..."

Pág. 152: Una excelente descripción del progreso de la hacienda en Azcapotzalco:

"Y aumentando su peonada con algunos de aquellos abandonados, buscando los elementos necesarios para la atención directa del totasl del negocio, acabó Sebastián, don Sebastián para todos, por instalar un buen taller de carpintería, otro de herrería... para proveer de buen techo a sus mozos, solteros y casados, emprendió la fábrica de adobes, ladrillo y teja. Aprovechó la spitas de magueyeras crecidas en sus propios predios y, así, a la vuelta de dos años, aquella instalación era un verdadero modelo de explotación agrícola y , además, de hecho, una escuela de agriculutra, ganadería y oficios".

"Sus propiedades se extendieron desde las cercanías de Azcapotzalco hasta las inmediaciones de Tlanepantla".


TACUBA Y SU PRIMER MATRIMONIO

Pág. 152:

"Fue el convento de Tacuba su mejor querencia para las necesidades del espíritu, y a él iba en pos de los frailes para escuchar sus enseñanzas y a as practicas del culto..."

Pág. 153:

"Compró más tierras inmediatas a Chapultepec y fue por un caserío de esos contornos donde encontró una bella adolesecente al a cual su padre, en celo de prudencia, querí acasar a fin de ponerla en definitiva salvaguarda con l aautoridad e un buen esposo.
Sebastián recibió la propuesta del sujeto y acabó por celebrar su primer matrimonio, a los sesenta años de edad. Fue en el templo de Tacuba donde se bendijeron aquellas nupcias. Dos años después, escasos, en el mismo templo se hacían las exequias de la esposa",


 AZCAPOTZALCO Y EL SEGUNDO MATRIMONIO

Pág. 153:

"Según los biógrafos de Sebastián, dos años solamente duró su viudez, al cabo de los cuales, se casó con María Esteban, hija de uno de sus mejores amigos de Azcapotzalco.

En 1558, volvía a la viudez, por la muerte de Maria Esteban".

Pág. 155:

"El enterramiento de su segunda mujer (fue) verificado en Azcapotzalco".


TACUBA Y AZCAPOTZALCO

Pág. 161:

"Los frailes franciscanos de Tacuba y los dominicos de Azcapotzalco, ambas Ordenes en afiebrada tarea de construcción, evengelización y socorro a los necesitados del cuerpo y del espíritu, tenían en Sebastián de Aparicio el feligrés devoto y solícito, el visitante en tiempo en tiempo para ratos de mejor palique y consulta de asuntos morales, siempre el patrocinador libreal de sus empresas".

Pág. 162:

"Tenía nuestro sujero setenta años, cuando nuevamente fue víctima de agudas dolencias...

Tan grave fue su estado, que se creyó en la necesidad de liquidar sus negocios con el mundo y así dictó legal testamento, dejando sus bienes a los nuevos frailes de Azcapotzalco, los dominicos, sin descuidar una cláusula en qu emandaba especiales socorros y cuidados para los indios".

"Pero tampoco en esta vez llegaría a su término (la vida). Recuperó la salud, quedó por tanto sin efecto el testamento y Sebastián siguió en la vida de costumbre".

"Menudeó las visitas a los franciscanos de Tacuba, en donde estaba su confesor..."

Pág. 163:

"De seguro escuchó con deleite la historia del santo Pobrecillo (San Francisco). Su niñez de mimo, su juventud de lujo... la secuela de aquella vida, renunciadora perfecta de toda riqueza, hasta la minúscula comodidad".

El autor propone imaginar que luego de haber escuchado en Tacuba al padre explicarle la humildad y renunciación de San Francisco de Asís, como habrá sido para Sebastián de Aparicio, regresar a su hacienda llena de riqueza y comodidades.


MADRES CLARISAS Y LA FORTUNA DE SEBASTIAN

Ojo el papel del Guardián de Tacuba

Pág. 165:

"Dejó en favor de las Clarisas de México todos sus bienes...

Se entregó como donado a la Orden de San Francisco, es decir, com osirviente por vida, como hábil para los menesteres de toda pobre laya.

Juan de Orzoco, notario de la Real Audiencia, dio fe de su voluntad testamentaria el 20 de diciembre de 1573. La herencia de Sebastián en favor de las Carisas, fundadas en México en 1570, cimentó definitivamente aquella casa, cuyos medios de subsistencia eran tan míseros, que estaba a punto de ser suprimida.

Y el donado a los franciscanos, fue enviado por el Guardián de Tacuba, precisamente al servicio de las Clarisas salvadas por él".

Pág. 168:

"Fray Juan de Bastidas, guardian por entonces del convento Mayor de San Francisco, si entendió a Sebastián. Sin duda gloriándose de aquel donado, lo hizo crear ánimos para la petición del habito pardo y allanó consejos, discusiones y caminos, y un día, el 9 de junio de 1574, Sebastián ingresaba definitivamente como novicio en la fraternidad por él tan admirada.

Un año después (13 de junio de 1575), a los setenta y tes años de edad, dejaba a sus hermanos novicios veintiañeros, para profesar dando sus juramentos en las manos de Fray Francisco de las Navas. 

Sebastián era definitivamente fraile..."

"Su Padre Superior, pocos días después de su profesión, lo envió a Tecali, más allá de la Puebla de los Ángeles, sin más bastimentos que su manta y hábito".


RUEDA Y CARRETA

Páginas 55, 56, 57 ahuehuete, 58 bendición




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